No podemos negar que el interés por la pornografía no ha parado de crecer en los últimos años. Si buscamos por internet, veremos que existen millones de páginas pornográficas y las visitas a las mismas se cuentan por billones (solo el portal Pornohub recibió el año pasado 33.5 billones, lo que se traduce en 92 millones de visitas diarias). La inmensa mayoría de esta oferta está destinada a un público masculino y todo es muy directo y visual.
Pero la pregunta que suscita la amplia difusión de la pornografía en la actualidad es: ¿el cine pornográfico favorece o perjudica a las parejas? ¿Cómo les afecta? Y hay respuestas de todo tipo. Repasemos las más comunes:
1.- Si tu relación está estructurada de una manera restrictiva y represiva seguro que será malo. Pero el problema recae en la estructura misma de la relación, no en el hecho de introducir o no el porno en ella.
2.- El porno puede provocar fricciones en una relación si los miembros de esta pareja no tienen una visión en común: es decir, si a uno le gusta y al otro. Ha de ser una decisión consensuada.
3.- Todo depende de cómo utilices el porno: si es un complemento a tu vida sexual de pareja, para tener aquella novedad que encuentras a faltar; o si lo usas para evitar el sexo con ella.
Lo más importante para poder disfrutar de la pornografía es entender que nos venden una fantasía. Nos puede potenciar el deseo y crear excitación, pero es importante acercarse a esta experiencia simplemente como una fuente de inspiración.
También nos puede servir para coger nuevas ideas o para descubrir prácticas que quizás nunca nos habíamos planteado y que nos puede apetecer incorporar a nuestra sexualidad. Es necesario, sin embargo, modular nuestras expectativas, tener siempre en consideración que lo que nos muestran es un montaje y en la realidad no será lo mismo. Hay que acercarse a la cuestión del mismo modo que lo hacemos cuando vamos a ver una película de acción, en la que sabemos que hay efectos especiales. En el cine para adultos pasa exactamente lo mismo.
Otra utilidad es poder descubrir nuestros gustos: qué nos gusta más y que no nos motiva en absoluto. Puede favorecer el hecho de hablarlo con la pareja y mejorar la comunicación sexual.
Por lo tanto, lo mejor es utilizar la pornografía en pareja para excitarse, teniendo una idea crítica y sobre todo sabiendo que es fantasía. Y todo esto con moderación y partiendo de la base de desearlo: nunca nos lo tenemos que imponer a nosotros mismos ni a nuestra pareja.

